28 de abril de 2009

Oda a la influenza

Jueves 23 de un abril sin nombre:
en la tele se informa de la muerte
caballeros o jinetes
anunciando un nuevo apocalipsis.

La influenza,
confusa palabra de influyentes
llegó a la Capital.
En la Ciudad de México
el ángel cubre su boca
de la nube sutil que paraliza
los vagos sueños sin fronteras.

Las calles se llenaron de vacío
presagio de la bomba
del oseltamivir
que incide a la cruel neuraminidasa
perla de los cerdos.

Cierre en las mentes por las calles;
cierre de calles
por las mentes que agilizan el recuerdo
de otro jueves de 1985
en que otro temblor cerró la vista
y otras bocas se cubrieron de otro viento.

La calle es un testigo de la prisa
del vago y vigoroso ciudadano
virulento
que estornuda y escupe en ese suelo
que lo vio nacer.

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