LA POESÍA
La poesía cruza la tierra sola,
apoya su voz en el dolor del mundo
y nada pide
ni siquiera palabras.
Llega de lejos y sin hora, nunca avisa;
tiene la llave de la puerta.
Al entrar siempre se detiene a mirarnos.
Después abre su mano y nos entrega
una flor o un guijarro, algo secreto,
pero tan intenso que el corazón palpita
demasiado veloz. Y despertamos.
De su libro Terredad, "Provisorio epitafio":
No me despido en una piedra
ilegible a la sombra del musgo,
--voy a nacer en otra parte.
Es provisorio mi epitafio,
quedan líneas en blanco
que alguien podrá llenar más tarde;
son cifras de otra vida, no de muerte,
son una partida futura
de nacimiento
Ignoro adónde voy,
de qué planeta seré huésped,
a partir de cuál forma de materia
--carbón, sílex, titanio--
me explicaré después por aerolitos,
hablaré desde el agua.
No digo adiós en una piedra,
provisoriamente la dejo desnuda.
Lo que nadie imagina es lo más práctico
DURA MENOS UN HOMBRE QUE UNA VELA...
Dura menos un hombre que una vela
pero la tierra prefiere su lumbre
para seguir el paso de los astros.
Dura menos que un árbol,
que una piedra,
se anochece ante el viento más leve,
con un soplo se apaga.
Dura menos un pájaro,
que un pez fuera del agua,
casi no tiene tiempo de nacer,
da unas vueltas al sol y se borra
entre las sombras de las horas
hasta que sus huesos en el polvo
se mezclan con el viento,
y sin embargo, cuando parte
siempre deja la tierra más clara.
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