lo limpia y guarda en su morral
huye para protegerlo del sol, del viento
cubre el corazón -hombre-
le transmite su calor.
El hombre -corazón-
se ilumina
palpita, se reconstruye
jura latidos de eternidad cual serpiente en el paraíso;
se alimenta de lágrimas de mujer
moldea con palabras-látigo y suelas de zapatos
el rostro y cuerpo de su amada
antifaz de tristeza verde mora
paredes sumergidas en sollozos gritos
-silencio-
las almas se desprenden de los cuerpos y flotan
reencuentro en tierras de duendes y hadas
se persiguen en círculo.
Un buen día
de nubes de algodón
ella escucha una vocecita entre la espesura del bosque
no ser la niña temerosa de la bruja negra
intuye que la voz es suya
mira el reflejo en charcos y cascadas
su órganos petrificados aúllan por su alma.
Retumban
los latidos de su corazón multicolor
piel y poros atentos
envuelve su alma con el cuerpo
se levanta del estanque de lágrimas
aleja al hombre-hombres de grises corazones
y anda sus propios pasos
al cobijo de la tierra y las nubes.
hacia la orilla de la montaña.
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